La silueta de un hombre detiene su paso a mitad de la noche. Contempla el majestusoso misterio del dinamo nocturno. Pasea su mirada sobre los miles de millones de destellos que emite esa gran makinaria que lo ilumina todo; el dolor de lo ordinario del dia, el cansancio acumulado de tantas horas de tedio improductivo, los recuerdos que taladran nuestras culpas; es un hombre atormentado pero en ese momento las estrellas incineran su agonias mentales. Una estrella en particular.
Cuando hay un cielo Monet, cuando hay nubes de forma caprichosa, cuando llueve, cuando el cielo se ilumina doloroso con centellas azules de tormenta, el hombre siempre mira al cielo, como buscando algo en el, desconoce que es lo que busca pero lo hace, las entrañas se lo dicen, busca, mira, contempla, ahi esta. Pero solo en las noches en verdad despejadas es cuando lo encuentra, el punto donde se incinera el universo.
Deneb, el increible sol del Cisne.
La estrella que se encuentra tan lejana como aquella estrella de la que ha escuchado su voz y visto su silueta. La estrella que arde 250 000 veces con mas potencia del sol, que arde tanto como su deseo de estar con ella. La estrella que forma parte de la cruz del norte, la que le recuerda sus estigmas. La estrella principal del Cisne, de Zeus y de su amor por Némesis. La estrella blanqui-azul que le da color a la piel de la mujer ausente.
Miles de estrellas nos cuentan la historia del universo, cada noche, todas las noches, pero el solo escucha la historia de Deneb. La historia de ella, de la que no está pero le dice: mira arriba y me encontraras, mira arriba siempre y aki estare, distante es verdad, pero cerca, en tus ojos, en el negro que te cubre, ahi donde sangra el cosmos, ahi donde la pasion incinera, donde la cruz se revela y donde el Cisne descansa.
Deneb, hermoso sol que nadie observa.
Para Cisne.
Me latió bastante viejo. Tenía rato que no me acercaba al blogger. Un saludo.
Es toda una aventura, entrar a este espacio y leerte.
Un abrazo.